Cuando Guillermo Ávila llegó a su campus universitario en 1989, no pensaba en su legado. Solo buscaba la oficina de ayuda financiera. Era la primera vez que entraba en un mundo que sus padres solo habían imaginado.
Mi papá miró a su alrededor y dijo: "Esto parece un lugar de vacaciones". Nunca había estado en un campus. No me di cuenta entonces de lo importante que fue ese momento.
Décadas después, Guillermo y su esposa Elaine honran ese momento a través de la Beca Julia y Guillermo Ávila, nombrada en homenaje a los padres de Guillermo. En su tercer año, la beca apoya a estudiantes de preparatoria que participan en la Alianza Estudiantil DREAMers (SDA) de la Alianza Hispana, ayudándolos a dar pasos que Guillermo antes tuvo que dar solo.
Mi padre tuvo dos trabajos toda su vida. Nunca lo oí quejarse. Era un guerrero silencioso.
Del trabajo duro a la educación superior
Guillermo creció conociendo el valor del trabajo duro. Su padre trabajaba en la manufactura durante el día y luego consiguió un segundo empleo como conserje hasta después de la medianoche. Su madre, igualmente decidida, se aseguraba de que la familia pagara los almuerzos escolares incluso cuando cumplían los requisitos para recibir asistencia. "Su orgullo no era cuestión de ego. Era cuestión de dignidad", dice.
Navegar por la universidad como estudiante de primera generación trajo consigo pocas guías. Guillermo recuerda estar sentado en una oficina de ayuda financiera, firmando documentos de préstamos que apenas entendía.
No había nadie que me guiara. Firmé todo porque pensé: "Esto es lo que tengo que hacer".
No fueron solo los préstamos. Fue cada paso: elegir una carrera, pedir ayuda, buscar prácticas. Contaba con el apoyo de su iglesia y mentores que creían en él. Pero la mayor parte del camino fue prueba y error.
Tuve que resolverlo yo solo. Ahora tenemos la oportunidad de ayudar a otros estudiantes para que no tengan que hacerlo.
Una misión compartida
Elaine, quien creció en Greenville y conoció a Guillermo en la universidad, aporta una perspectiva diferente pero complementaria. Ella daba por sentado que la universidad era algo que tenía que dar. Sus padres y abuelos asistieron, y ella daba por sentada la educación superior. Pero ver la experiencia de Guillermo le abrió los ojos.
No creció pensando que la universidad formaría parte de su futuro. Pero ahora quiere asegurarse de que otros jóvenes crean que sí forma parte del suyo.
Esa convicción fue lo que llevó a los Ávila a la Alianza Hispana y a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Cada año, cuando reciben las biografías de los dos estudiantes seleccionados para la Beca Julia y Guillermo Ávila, Elaine las lee con atención.
“Lloro cada vez”, admite. “Estos estudiantes tienen muchísima valentía. Son agradecidos. Intentan enorgullecer a sus padres y contribuir a sus familias. Esa humildad y ese empuje son increíbles”.
Mi palabra para la Alianza Hispana es esperanza. Les muestran a estos estudiantes que el sueño americano está a su alcance.
Un tributo que sigue dando frutos
Nombrar la beca en honor a los padres de Guillermo fue una decisión fácil. Su padre falleció hace años, pero su madre aún vive y también lee las historias de cada estudiante.
Llora cada vez. No cree que lo que hicieron haya sido para tanto, pero lo fue —dice Guillermo—.
Su sacrificio —largas jornadas, recursos limitados, resiliencia silenciosa— es de esos que no llegan a los titulares. Pero moldean el futuro. La beca, en muchos sentidos, es su legado.
Renunciaron a sus sueños para que yo pudiera alcanzar los míos. Eso es lo que representa esta beca.
Mirando hacia el futuro
Guillermo y Elaine consideran que la Beca Julia y Guillermo Ávila es solo el comienzo. Su empresa, 365 Digital Technologies, está creciendo y prevén ampliar su apoyo en el futuro.
“Queremos capacitar a jóvenes emprendedores hispanos. Guiarlos en el proceso de crear un negocio y enseñarles a contribuir. Esa es la visión a largo plazo”, dice Guillermo.
Por ahora, la beca es una promesa. Un compromiso para que los estudiantes sigan el camino que Guillermo recorrió, con más guía y apoyo que él.
Ningún niño debería tener que pasar por esto solo. Por eso donamos.
Por qué es importante este trabajo
La historia de Elaine y Guillermo Avila es un recordatorio de que el cambio generacional no ocurre por accidente, sino a través de una inversión intencional.
Cuando el padre de Guillermo tenía dos trabajos, no solo pagaba facturas. Estaba sembrando semillas para un futuro que no podía ver del todo. Cuando sus padres se negaron a recibir almuerzos gratis a pesar de cumplir los requisitos, fueron un ejemplo de dignidad y autosuficiencia. Cuando dejaron a su hijo en un campus universitario que nunca antes habían visto, apostaron por un sueño más grande que ellos mismos.
Y ahora, tres décadas después, Guillermo y Elaine hacen lo mismo por estudiantes que nunca han conocido. Estudiantes que navegan por la misma incertidumbre, la misma falta de una hoja de ruta, el mismo miedo de que tal vez la universidad no sea para personas como ellos.
A través de la Beca Julia y Guillermo Ávila, nos dicen: Sí, lo es. Y te mostraremos cómo.
Su donación garantiza que más estudiantes tengan mentores, hojas de ruta y las herramientas que necesitan para convertir sus sueños en realidad, tal como lo hicieron los padres de Guillermo con él.